La irrupción de las fake news impulsó lo que suele llamarse “Fact checkers”, esto es, la aparición de “verificadores de hechos”, individuos que, sea como parte de una ONG o como empleados de grandes conglomerados mediáticos tradicionales y/o de alguna de las empresas gigantes de Silicon Valley, se dedican a chequear la información y, eventualmente, “corregirla”. Es verdad que antes se trataba del trabajo que realizaban unos sujetos a los que se denominaba “periodistas” pero los tiempos cambian. Si los Fact checkers son los “Dueños de los hechos”, el último lustro, tan atravesado por la corrección política, está dando lugar a los “Dueños de la ficción”, esto es, los denominados “Sensitivity readers”. Estos “lectores de sensibilidad” o “lectores sensibles”, si se permite una traducción más amigable aunque igualmente ambigua, se dedican a corregir los textos de los autores antes de que sean publicados. Una vez más, alguien dirá que antes se los llamaba “editores” y/o “correctores”. Y es verdad. Pero estos lectores sensibles son editores con una función específica. Si buscamos una definición, un “lector sensible” es aquel que lee un texto en busca de contenido ofensivo, representaciones equivocadas, estereotipos, sesgos, falta de comprensión, etc. Sin embargo, no cualquiera puede aplicar a este tipo de trabajo. La exigencia excluyente es que pertenezca a alguna minoría que eventualmente pudiera ser ofendida.
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La irrupción de las fake news impulsó lo que suele llamarse “Fact checkers”, esto es, la aparición de “verificadores de hechos”, individuos que, sea como parte de una ONG o como empleados de grandes conglomerados mediáticos tradicionales y/o de alguna de las empresas gigantes de Silicon Valley, se dedican a chequear la información y, eventualmente, “corregirla”. Es verdad que antes se trataba del trabajo que realizaban unos sujetos a los que se denominaba “periodistas” pero los tiempos cambian. Si los Fact checkers son los “Dueños de los hechos”, el último lustro, tan atravesado por la corrección política, está dando lugar a los “Dueños de la ficción”, esto es, los denominados “Sensitivity readers”. Estos “lectores de sensibilidad” o “lectores sensibles”, si se permite una traducción más amigable aunque igualmente ambigua, se dedican a corregir los textos de los autores antes de que sean publicados. Una vez más, alguien dirá que antes se los llamaba “editores” y/o “correctores”. Y es verdad. Pero estos lectores sensibles son editores con una función específica. Si buscamos una definición, un “lector sensible” es aquel que lee un texto en busca de contenido ofensivo, representaciones equivocadas, estereotipos, sesgos, falta de comprensión, etc. Sin embargo, no cualquiera puede aplicar a este tipo de trabajo. La exigencia excluyente es que pertenezca a alguna minoría que eventualmente pudiera ser ofendida.
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