El impacto de las tecnologías en la vida cotidiana se renueva desde la invención de la rueda, pero su desarrollo es más vertiginoso en tiempos dónde el mundo se globaliza con un click. Muchos autores como Raymond Williams han indagado el vínculo entre la sociedad y la tecnología, y cómo se corrobora un entramado estrecho en casi todas los aspectos de nuestras vidas. La crianza y el juego de los niños no escapan a esta realidad. El uso de pantallas digitales (smartphones, tablets, TV´s) se ha tornado corriente en todas las edades. Por ello, consideramos relevante revisar las creencias por las cuales los adultos responsables del cuidado de los niños evalúen “sus beneficios” a la hora de decidir qué hacer y cómo usar las pantallas en la crianza. El desarrollo infantil es la manifestación de habilidades neurológicas, emocionales, psicológicas y sociales adquiridas por los niños. Cuanto más armónico sea su desarrollo, más saludable será su desempeño vital. Para ello es necesario que en su crianza, los niños sean acompañados por experiencias de amor, disfrute y arrullo lingüístico y humano, además de una condición física saludable y correcta alimentación. Pero, en algunas ocasiones, la tecnología interfiere con esta necesidad y deja al bebé sumido en una conexión digital que poco aporta en las edades más tempranas (0-18/24 meses). Imágenes de la cotidianeidad son frecuentes: mamás amamantando mientras usan el celular relegando la conexión visual que es muy importante para la subjetivación de sus bebés; niños tomando la mamadera mientras miran TV; o hipnotizados en los medios de transporte con videos mientras sus cuidadores miran también sus celulares o por la ventana. Los ejemplos abundan. El cerebro infantil requiere de experiencias directas de miradas amorosas, de intercambio verbal con personas que dialoguen desde el nacimiento su mismo idioma; mimos en su piel; aprehender el mundo sin intermediarios y a través de quiénes tienen una historia con valores personales, familiares y sociales. Con propuestas concretas, respaldo científico y sin miradas normatizadoras, los invitamos a acompañarnos en esta campaña de concientización: Juguemos sin pantallas.